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Piscina diseño

Piscinas de diseño: la última tendencia

En España existen en torno a un millón de piscinas particulares y se estima que más de 72.200 necesitarían ser reformadas en el próximo lustro. Una nueva oportunidad de negocio se abre para un sector que ha visto cómo la construcción de nuevas piscinas menguaba durante la crisis. «El mercado está dando paso a la reforma y renovación. El parque tiene una media de 18 años y un nivel de equipamiento muy pequeño. Solo una cuarta parte ha sufrido algún tipo de reforma», según el último estudio, del año 2016, de la Asociación Española de Profesionales del Sector Piscina (Asofap). El sector cree que la «mejora y automatización del equipamiento, así como la domótica y las nuevas tecnologías, serán un factor clave para la fidelización y externalización de los servicios de mantenimiento que, actualmente, realizan los propios dueños (el 70% de los hogares)». El presupuesto de la reparación de una piscina puede ir desde los 8.000 hasta los 16.000 euros.

Aunque el sector se reoriente, no deja de lado la obra nueva, donde los creadores vuelcan nuevas tendencias para convertir estos espacios de agua en rincones de bienestar. Lo que no cambia es la hegemonía de la tradicional piscina de hormigón, la más duradera, resistente, impermeable y abierta a cualquier diseño. «Las piscinas enterradas de hormigón copan el 88% del parque instalado», según la patronal.

Poco profundas y más lúdicas

La moda y los hábitos mandan. Las piscinas en viviendas particulares se hacen ahora poco profunda y más lúdicas. «Las hacemos de 1,40 o 1,50 metros de profundidad porque tienen menos consumo de agua y porque la gente quiere charlar en la escalera, unos chorros o un banco; para nadar se va a otro tipo de instalaciones», señala Montserrat Quintana, fundadora de la firma MQS Be Green. Aunque no hay límites en los diseños, los expertos aconsejan que se integre con la estética de la vivienda y el jardín: si la casa es rectangular que la piscina sea igual.

Hasta ahora, el revestimiento estrella ha sido el gresite, presente en casi el 80% de las piscinas. Pero le han salido competidores. «Trabajo el interior con piezas de porcelánico de gran tamaño (de 60 por 40 centímetros), como si fuera el suelo de casa, porque tienen menos juntas y hay clientes cansados del gresite (piezas que se caen..)», dice Quintana. Y si no queda más remedio, esta diseñadora apuesta por los verdes oscuros, los blancos y los grisáceos, pero nunca el clásico azul.

Otra tendencia, esta llegada del mercado estadounidense, es la de usar el mismo material que se coloca alrededor de la piscina como revestimiento, algo factible si se trata de azulejos porcelánicos o piedras naturales (basalto, travertino…). Los amantes de la madera deberían pensárselo dos veces porque, aunque muy estético, es poco práctico por las altas temperaturas que alcanza.

El coste de una piscina de hormigón proyectado (gunitado) depende de la calidad de los materiales, el equipamiento (filtros, bomba..), y los accesorios (focos o sumideros, que pueden ser de plástico o de acero inoxidable). Por eso, una piscina de ocho por cuatro metros con estas características puede costar unos 30.000 euros, apunta Quintana. Las hay más baratas y también más caras. A esto hay que añadir otros 10.000 euros si se coloca bomba de calor para alargar la temporada de baño y cobertor para mantener la temperatura. Cuando se trata de patios o terrazas en áticos, y no de jardines, el modelo es más pequeño: dos por cuatro metros y 90 centímetros de altura. Su precio está en los 15.000 euros.

Si no es de hormigón, otra buena idea son las piscinas de acero inoxidable, que aportan un toque sofisticado. Aunque debe ser de buena calidad porque, de otro modo, se acabarán desestabilizando. Las de arena siguen siendo tendencia para los nostálgicos del mar. Recrean una playa de arena o el cauce de un río y suelen incluir piedras naturales o palmeras. «A la estructura de hormigón se le suele añadir un revestimiento de diferentes compuestos en el que predomina la arena de cuarzo», aclaran en el equipo de Houzz. Su coste medio es de 20.000 euros, según los expertos de Habitissimo.

Si de estética se trata, nada como las piscinas infinitas o desbordantes, llamadas así porque el agua rebosa por sus bordes creando un efecto de continuidad. Aunque precisan más espacio «y son entre un 20% y un 30% más caras», señalan en Habitissimo. Hay quien solo ve sentido a esta tipología si se tiene de fondo el mar o una montaña.

Si el bolsillo aprieta, una opción son las piscinas prefabricadas de poliéster. «Son más fáciles de instalar porque el vaso es de una sola pieza», señalan en Leroy Merlin. Su precio parte de 9.000 euros. O las de paneles de acero, cuyo precio arranca en 2.000 euros. Mucho más económicas son las de superficie que no necesitan obra. «Las hay fijas o desmontables y la forma puede ser redonda, ovalada, octogonal y rectangular», cuentan en la firma de bricolaje. Pueden ser de plástico o de acero.

La cosa cambia cuando la piscina es para los vecinos y va en la cubierta del edificio. Hay que tener en cuenta las sobrecargas aplicadas al forjado. «Tanto si es portátil, como fija, deberá estar certificada por un técnico cualificado y definir cómo se realizará el mantenimiento», apunta Enrique Fernández, asesor de Arquitectura del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid.

Fuente: El País

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